PSICÓLOGA ALONDRA LÓPEZ
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Síndrome del impostor: por qué creemos que no somos suficientes.

Alguna vez has logrado un éxito y en lugar de celebrarlo, sentiste que no lo merecías? ¿O has tenido la constante sensación de que, a pesar de tus logros, en cualquier momento “descubrirán” que en realidad no eres tan capaz? Este fenómeno, conocido como síndrome del impostor, afecta a millones de personas, desde estudiantes hasta profesionales altamente cualificados.

A pesar de la evidencia externa de su competencia, quienes lo padecen viven con un miedo persistente a ser “expuestos” como fraudes.

Exploraremos las raíces psicológicas de este síndrome, por qué nos hace sentir que nunca somos suficientes y, lo más importante, cómo superar esta autosabotaje emocional para reconocer y abrazar nuestro verdadero valor.

¿Qué es el síndrome del impostor?

El término fue acuñado en 1978 por las psicólogas Pauline Clance y Suzanne Imes para describir la incapacidad de internalizar los logros, atribuyéndolos a factores externos como la suerte, el trabajo excesivo o simplemente “engañar a los demás”.

Características comunes:
Autodesprecio por los éxitos: “Fue suerte”, “Es que no me examinaron bien”.
Miedo al fracaso (y al éxito): Temor a que, si triunfas, las expectativas aumenten y no puedas cumplirlas.
Comparación constante: Creer que los demás son más inteligentes o talentosos.
Sobrecarga laboral: Trabajar en exceso para “compensar” tu supuesta incompetencia.


¿Por qué nos sentimos impostores?

  1. Perfeccionismo tóxico: La creencia de que solo vales si eres impecable.

  2. Presión social y estereotipos: Entornos competitivos o mensajes como “No eres suficiente” (ej.: minorías en espacios dominantes).

  3. Infancia y educación: Padres muy críticos o, paradójicamente, que te decían “eres perfecto” sin enseñarte a gestionar errores.

  4. Sesgo cognitivo: Ignorar evidencias de tu capacidad y enfocarte solo en pequeños fallos.


Cómo superarlo: estrategias basadas en psicología

  1. Reconoce el patrón: Identifica cuándo surge esa voz que dice “No merezco esto”.

  2. Reescribe tu narrativa: En lugar de “Fue suerte”, di: “Me preparé y lo logré”.

  3. Normaliza el error: Equivocarse no te hace fraude; te hace humano.

  4. Habla de ello: Comparte tus dudas (verás que muchos las tienen).

  5. Terapia cognitivo-conductual (TCC): Ideal para trabajar creencias irracionales.

El síndrome del impostor es una trampa mental que nos roba la alegría de nuestros logros y nos mantiene en un ciclo de autocrítica excesiva. Pero hay esperanza: al entender que estas dudas no reflejan la realidad, sino miedos aprendidos, podemos comenzar a cuestionarlas. Como decía la escritora Maya Angelou: “He escrito 11 libros, pero cada vez pienso: ‘Ahora se darán cuenta de que no sé nada'”. Hasta las personas más brillantes luchan con esto.

La clave no es “convencerte” de que eres perfecto, sino aceptar que ser suficiente no significa ser infalible. Tus logros son tuyos, no accidentes. La próxima vez que esa voz te diga “No lo mereces”, recuerda: si nadie te regaló el esfuerzo, ¿por qué regalas el mérito? 

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